¿Quién no ha tenido un sueño clavado en el corazón? ¿Quién no ha querido emprender en algo que le hace sentir vivo? Creo que a todos nos ha pasado, de una u otra manera, en algún momento ha venido un pensamiento que provoca que se nos encienda la cabeza como un bombillo, tal como le ocurría a los personajes de las caricaturas que veíamos cuando éramos niños. Lo que pasa es que no vivimos en un mundo de dibujos animados, vivimos en un mundo físico en el cual podemos ver y disfrutar de muchas cosas, gracias a las ideas y pensamientos que alguien más puso en acción. Todo lo que vemos surgió de una idea o un pensamiento, pero ese fue solo el principio, porque luego fue necesario que alguien creyera que eso se podía lograr y así traer ese pensamiento del mundo de las ideas a la realidad física.
Desde mi experiencia como diseñadora, he aprendido que solo los que son capaces de creer en algo, son capaces de verlo hecho realidad. La universidad me enseñó que el proceso creativo es mucho más que hacer un discurso con lo que imaginamos. Para ver los sueños, los proyectos y los planes realizados, la imaginación no alcanza, aunque es una parte fundamental del proceso. Todo comienza con una idea o pensamiento de algo que queremos hacer y es justo la imaginación la que prende la llama para echar la idea a rodar, pero después de esa etapa imaginativa necesitamos superar la etapa del sabotaje o auto sabotaje.
El sabotaje o auto sabotaje es lo que llamo la etapa de creer, es cuando se pesan y valoran las ideas iniciales y es la fase en la cual, en la mayoría de los casos se abortan los proyectos. Es cuando otras personas o incluso nosotros mismos, hacemos todo tipo de argumentos y ponemos cualquier excusa para convencernos de que esa idea que parecía genial en un principio ahora no lo es tanto. En esta etapa es cuando nos damos cuenta qué tanto creemos en el sueño, qué tanta fe tenemos en el proyecto. Esta fase requiere mucha inversión de tiempo, dinero, sacrificio y todo tipo de recursos, que solo podremos superar si creemos en la idea. Durante la etapa del auto sabotaje es cuando se nos enciende o apaga el corazón, porque es el indicador que mide qué tan dispuestos estamos a salirnos de nuestra zona segura. Solo si la idea nos apasiona nos sentiremos preparados a sacrificarnos por ella. Pero si no creemos que esa idea se puede llevar a cabo, difícilmente querremos salirnos de nuestra zona de confort y sacrificar lo que ya tenemos seguro. Solo si somos capaces de creer, somos capaces de crear.
Crear es la etapa donde se valoran desde la realidad, los recursos que vamos a necesitar para implementar las ideas, donde se diseñan las estrategias que hacen posible traer el sueño del mundo de las ideas a nuestro mundo de la realidad física. Si podemos creer en la idea, podremos entonces, desde una mente más racional pero conectada al corazón, encontrar las soluciones para sobrepasar los obstáculos que naturalmente se presentaran en el proceso creativo. Emprender un proyecto es un acto de fe, de esfuerzo calculado y constante, no solamente es producto de una gran imaginación.
El proceso creativo es fascinante aunque muy complejo, porque no es una autopista de alta velocidad en la que iniciamos del punto A para llegar al punto B, es más bien un trillo estrecho en el cual avanzamos conforme vamos abriendo paso en medio de los obstáculos y en el que con mucha frecuencia necesitamos devolvernos, para no olvidar de dónde salimos y el porqué de la idea original. Es decir, nunca debemos racionalizar tanto una idea como para que pierda su esencia, si olvidamos la razón por la que nos resultó tan increíble perdemos la belleza de la idea. Es probable que las ideas o proyectos más descabellados sean los mejores emprendimientos con los que podemos bendecir a otros, pero también son los que requieren de más sacrificios, trabajo y fe.
Si usted es de los que tiene dando vueltas en su cabeza una idea o proyecto que no lo deja en paz, lo invito a que ponga su idea en acción, a que se arrolle las mangas y comience con mucha paciencia y determinación a abrirle camino a su idea en medio de esa enmarañada montaña de pensamientos, de miedos e incertidumbre. Crea en su proyecto, sea realista y prevea todo lo que va a necesitar, pero regrese una y otra vez a admirar y a soñar con la idea original para que no pierda su esencia y no deje de creer.
Todos tenemos sueños y proyectos pendientes por cumplir, todos tenemos el potencial para crear, pero hay que creer para verlos realizados. Leí por allí, que los lugares de mayor riqueza en el mundo son los cementerios porque son los lugares donde están enterrados los inventos, las melodías, los libros, las empresas y todos los emprendimientos que nunca vieron la luz, porque los que tuvieron esas ideas no fueron capaces de creer y por lo tanto no fueron capaces de crearlas, de sacarlas de sus mentes para que todos los demás las disfrutáramos y por eso se fueron con ellos a la tumba.
¡No enterremos las ideas con nosotros, seamos valientes y creamos en ellas!
Por Kenia Salas