liderazgo, motivaciones

Urgencia de buenas noticias

¡Qué lindo es encontrarse con personas que tienen una sonrisa de oreja a oreja y que para rematar nos traen buenas noticias!

Lamentablemente en estos días y con mayor frecuencia de la que deseáramos, la norma parece ser dar y recibir malas noticias. No es lo que queremos hacer, pero todo se confabula para que por una u por otra razón, lo normal sea que estemos a la espera de lo peor. Quizás es por la costumbre que queda después de una mala racha de experiencias frustradas o fracasos inesperados, o porque las malas noticias se han convertido en una epidemia que ha contaminado a muchos, lo cierto es que estar a la expectativa de que algo malo puede estar a punto de suceder no es saludable ni para el cuerpo ni para el alma. Las malas noticias nos enferman, nos impiden ver todo lo bueno que está a nuestro alrededor y no nos permiten ser objetivos ante las realidades que la vida nos va presentando. No digo que las malas noticias no existen, por supuesto que existen, son más reales de lo que quisiéramos, sin embargo, no son la constante, tenemos muchas buenas noticias cada día de las que no nos estamos dando cuenta porque hemos decidido bajar el volumen de lo bueno y subir el ruido de lo malo. Por esta razón vivimos en una sociedad debilitada por las malas noticias, con mucho ruido que ensordece, lo que ha provocado que cada día tengamos menos expectativas y esperanza del presente y del futuro.

Los medios de comunicación, las redes sociales, los expertos en cualquier tipo de materia: economía, seguridad, salud, educación, política, ambiental, migración, laboral, social, todos a su manera nos recetan cada día grandes dosis de malas noticias, que permitimos que entren a nuestro cerebro para contaminarlo. Esta contaminación de negatividad nos impide buscar soluciones que promuevan el cambio para mejorar, pues como cualquier veneno, la negatividad produce intoxicación y paralización. Como si esto no fuera suficiente, cada uno de nosotros, a diario libramos batallas y tenemos retos personales que necesitamos vencer pero que no siempre logramos controlar, por eso estar en medio de entornos altamente negativos no nos ayuda a superar nuestros desafíos. La epidemia de exceso de atención a las malas noticias es un asunto que nos afecta a todos, no discrimina sectores de la población, nacionalidades, clases sociales, géneros, ni edades, todos de una u otra manera somos vulnerables ante esta enfermedad. Lo único que necesitamos para ser candidatos de los que se  dejan vencer por las malas noticias es estar vivo, así que todos en algún momento e incluso por temporadas somos más propensos a dejar que el futuro se opaque por las circunstancias que se salen de nuestro control.

Las malas noticias son parte de la vida, ninguno de nosotros al nacer tiene su existencia resuelta, así que es natural que no siempre ocurra lo que esperamos. Por esta razón necesitamos aprender a lidiar con los imprevistos que nos complican los días pero que al mismo tiempo los vuelven extraordinariamente interesantes y que si los sabemos gestionar sacan lo mejor de nosotros. Para aprender a ver lo bueno de lo que parece ser malo, es necesario estar conscientes de que la vida no solo se compone de eventos de dolor y pérdida, son más las situaciones que nos benefician que las que nos perjudican y aun en medio de las dificultades es posible que nos encontremos grandes e invaluables tesoros. Cuando nos contagiamos de la negatividad, somos incapaces de percatarnos de lo bueno, hay tantas bendiciones que cada día llegan a nosotros y muchas aun sin haber hecho nada para merecérnoslas, sin embargo, no somos capaces de saborearlas por estar pendientes de lo que falta o de lo que no ha llegado. Cuando le damos más importancia a las cosas malas no solo nos volvemos ciegos a los regalos que tenemos a nuestro alrededor, sino que nos convertimos en dispersores de malas noticias, porque nuestras conversaciones giran alrededor de lo malo y con este comportamiento contagiamos a otros de nuestra toxicidad. Entender que a veces se gana y otras veces pasamos por eventos de donde podemos salir más fuertes y con victorias disfrazadas de fracaso, es parte del proceso de cambio de mentalidad que tanto necesitamos en lo personal y como sociedad.

Estamos a punto de iniciar con una hoja en blanco, tenemos la oportunidad de escribir una nueva historia de este año que está por comenzar, ¿qué tal si dejas atrás los pensamientos tóxicos que alimentaste con tanto ruido de malas noticias durante este año que termina?, ¿qué tal si en lugar de ver el punto negro como un defecto de la hoja blanca, lo usas como el punto de partida de una gran obra de arte que vas a pintar durante este 2019?, ¿qué tal si para este nuevo año decides ser un emisor de buenas noticias y así contribuyes con el bienestar de los que viven a tu alrededor? Bajemos el volumen de lo malo, no como una negación de la realidad, sino porque es mejor que enfoquemos nuestros esfuerzos en aportar soluciones creativas a los múltiples problemas que aparecen todos los días. Si cada uno de nosotros se compromete a hacer lo mejor que puede con los recursos que tiene a su alcance, estoy segura que el 2019 será un año repleto de buenas noticias, de soluciones, de emprendimientos, de liderazgo, de autogestión, de solidaridad, de prosperidad, de paz y de progreso.

Estamos justo por entrar al barco para iniciar el viaje del 2019, es un borrón y cuenta nueva, podemos hacer que sea uno de los mejores años de nuestra vida o lo peor que nos pudo haber sucedido. Que sea un buen año, en gran parte depende de nosotros, de la actitud con la que queramos viajar. ¿Quieres desperdiciar tus días quejándote, viendo todo lo que no funciona, contagiando con tu negatividad a otros que se subieron al barco con la alegría de dejar todo atrás y empezar de nuevo?, o, ¿quieres decidir hacer un cambio de mentalidad, viviendo intencionalmente todos los días con fe, esperanza y amor? No importa el pasado, Dios te regala este tiempo para que disfrutes todo lo que este nuevo viaje te depare, pero depende de tu actitud si le das la vuelta a las malas noticias para convertirlas en grandes oportunidades.

El 2019 te espera con los brazos abiertos para que lo vivas con intensidad, aprovéchalo, aprende y disfruta cada día de los próximos 365 días.

Por Kenia Salas

 

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