autoconocimiento, significado

El gran vacío que no tiene sentido

El otro día, hablaba con un amigo que estaba pasando por un tiempo complicado en su vida, él no sabía si sentía insatisfacción o confusión, de lo que sí estaba seguro es que algo le faltaba pero no sabía qué. Conversamos un rato y de repente, creí entenderlo que a mi amigo le ocurría, pude interpretar lo que sus palabras, además de su lenguaje corporal trataban de comunicar. Lo que él me estaba describiendo era exactamente lo que yo hace algunos años había sentido: desconsuelo e incertidumbre. Me vi reflejada en las palabras de mi amigo casi de inmediato, al escucharlo hablar era como haber retrocedido en el tiempo y escuchar mis palabras de hace años. En esos años lo que yo sentía no tenía ningún sentido visto desde afuera, pues algunas veces tenía tristeza aunque todo estuviera yendo bien, otras enojo, sin tener ninguna razón por la cual estar molesta y otras veces sentía una inmensa soledad, aunque estuviera rodeada de mi familia y de buenos amigos. No se si te has sentido así alguna vez, si esto te ha ocurrido, sabrás de lo que te estoy hablando, sino, de verdad te puedo asegurar que es un sentimiento de angustia y de los que más confusión, frustración y culpa te causan. Sientes que hay algo mal con vos, porque a pesar de que aparentemente todo está en orden en tu vida, ese hueco continua dentro tuyo.

En ese tiempo tan difícil, pensaba que solo yo pasaba por esa montaña rusa de emociones contradictorias, que todos los demás a mi alrededor que se veían felices, en realidad lo eran y que no tenían ningún tipo de conflicto interno como los que yo estaba sufriendo. Es extraño, porque esto me sucedió justo en la época de mi vida donde comenzaba a cosechar los frutos de esfuerzos de años pasados. Por años me enfoqué en mi carrera, hacer todo con excelencia, levantar mi estudio de arquitectura, disfrutar de la familia, crear una conexión cercana con Dios y tener buenas relaciones con los que me rodeaban. Si lo ves desde afuera, pareciera que todo está en control y que no hay razones para no disfrutar de la vida a plenitud, pero en realidad lo que yo sentía dentro de mí, es que había perdido el norte. Por mucho tiempo había orientado mis esfuerzos para llegar a las metas y justo en el momento que estaba a punto de alcanzarlas mi mente fue invadida por cuestionamientos internos que no podía responder, ¿vale la pena tanto esfuerzo?, ¿para dónde voy después de aquí?, ¿verdaderamente esto es importante para mí?, ¿qué estoy haciendo por otros? Ante tantas dudas, lo mejor que pude hacer fue dedicar espacios de tiempo a tratar de reencontrarme, de entenderme y de aprender de todo lo que me rodeaba.

Decidí comenzar en serio, un proceso de autoconocimiento, de estudio y aprendizaje, porque realmente no quería seguir viviendo sin las respuestas que yo creía le darían un significado de otro nivel a mi vida. Hoy, tiempo después de haber resuelto mis luchas internas, por los menos las de ese momento, entiendo que todos los seres humanos en al menos una ocasión vamos a cuestionarnos el rumbo que hemos decidido tomar y eso está bien. Necesitamos volver a pensar hacia donde vamos, preguntamos el por qué, el para qué, el por quién, estas respuestas re direccionan el rumbo de nuestra vida y nos sacan del estado irreflexivo y alocado que las rutinas diarias y las masas nos hacen vivir. Vivir en automático quizás sea lo más común para la mayoría de las personas, pero también te aseguro que es la forma más rápida de llenarnos de tristezas, de miedo, de confusión e incertidumbre. No fuimos diseñados para vivir así en la zozobra del vacío, cuando Dios pensó en nosotros, y digo nosotros para referirme a cada uno de manera personal, nos pensó para que viviéramos plenos, satisfechos al cien por ciento y con alegría en el corazón. Si estamos aquí y en este tiempo, no es por un error del destino, no es por casualidad, es porque traemos una misión muy especial que debemos hacer. Es tan satisfactorio saber que no estamos aquí para perder el tiempo, que cada segundo es una oportunidad para hacer lo que te hace feliz, pero no solo se queda allí, cada día enfocado en tu misión es un día con significado y valor.

Si estás pasando por un tiempo como el que yo pasé, en el que parece que todo está bien y aun no sientes la alegría en el corazón, quiero decirte que es natural, es la manera que tu ser te está diciendo que hay algo más grande que lo que estás viviendo y te lo estás perdiendo. Es la forma de llamar tu atención y hacerte entender que hay una necesidad superior inherente a todos los seres humanos y es la necesidad de sentirnos realizados, útiles y con sentido de propósito. Pero no basta con que nos llamen la atención, hay que trabajar en lo personal para descubrir las respuestas de las preguntas que nos inquietan, hay que re alinearse y ubicarse en el camino que nos llevará no solo a vivir sin la incertidumbre del futuro. Necesitamos volver a encontrar el norte, llenar nuestra vida de amor por Dios, por nosotros y por los demás. Porque es solo por amor, un amor bien entendido, que somos capaces de salirnos de la zona de confort para tomar rumbos que no necesariamente son los más fáciles, pero sí definitivamente los que tienen sentido de propósito. El amor es el motor que mueve al mundo, pero en lo práctico, el mundo se mueve por la suma de muchas personas posicionadas en sus puestos haciendo lo que fueron llamadas a hacer, es decir, el mundo se mueve por personas valientes, que se respondieron las preguntas que preocupaban su corazón y que decidieron aceptar el desafío de cumplir su misión con amor.  

Lo más maravilloso de todo esto, es que cada uno de nosotros llena el vacío que parece sin sentido cuando decide caminar hacia el cumplimiento de su propósito, es decir, el propósito no es una carga, es más bien la forma de sentirnos plenos y con alegría de corazón. Vivir de acuerdo al propósito es ser coherentes y honestos con lo que somos desde nuestra esencia, es vivir disfrutando cada cosa que haces, es dejar de sobrevivir, para vivir con intensidad y pasión. Si te estás preguntando cuál es tu misión porque no tienes ni idea, no te preocupes, casi siempre nuestra misión está más cerca de lo que pensamos, se ha dejado ver durante toda nuestra vida en forma de pequeños momentos de satisfacción cuando hemos podido hacer el bien a otros. ¿Quieres conocer tu misión? No te desesperes, tu misión es única, especial, es personal y responde a lo que sos, por eso cuando te conozcas mejor, serás capaz de reconocerla con mayor facilidad.

Dedica tiempo para vos, conócete, respóndete las preguntas de tu corazón, ajusta la dirección y haz que tu vida sea de profundo significado y valor

Por Kenia Salas

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