autoconocimiento, motivaciones, vulnerabilidad

¡Conviértete en un plastilina!

Cuando éramos adolescentes, mi hermano dijo una frase que no se si es de su autoría, pero de todas formas por aquí la pido prestada. En aquel momento, la frase me pareció divertida y también muy acertada, considerando nuestra conversación poco profunda y descuidada, propia de la edad en la que nos encontrábamos. Nunca olvidé la ocurrente frase de mi hermano, más bien, conforme han pasado los años, cada vez que pienso en ella la encuentro menos descabellada. Es como un pequeño tesoro escondido esperando a ser descubierto por aquel que tenga un poquito de curiosidad para fisgonear, reflexionar y extraer las cosas interesantes que esta frase pueda mostrarnos. Sobre la célebre frase de mi hermano adolescente de hace ya algunas décadas, vamos a construir la discusión de este blog. Su frase fue: ¡qué linda la gente plastilina! ¿Sabes que la gente más linda, es la gente plastilina? ¿Qué quiere decir eso?, le pregunté. Bueno, la simpleza de la respuesta de mi hermano en aquella época fue, la gente linda es la gente que pega con todos. Hoy, con el tamiz que dan los años, podría agregar, que la gente linda, es la gente que es muy gente, la que no se le olvida que todos somos humanos, que a todos nos duele, que todos lloramos, que todos reímos y todos soñamos. 

¿Te has topado con alguna persona que desde que la ves por primera vez, te hace sentir especial, te hace sentir como en casa? Alguien así, es una persona plastilina. Ese tipo de personas sin saberlo nos mejoran el día. Con solo el hecho de ser, logran transformar para bien, el ambiente de cada lugar donde llegan. Pero, ¿por qué y para qué hablar de ellos? Muy sencillo, porque pareciera ser que las personas plastilinas están en peligro de extinción, cada día es más difícil encontrarnos con ellas y si lo hacemos, muchas veces ni siquiera somos capaces de reconocerlas. En este mundo, que se ha vuelto tan competitivo, acelerado, cambiante y digitalizado, necesitamos con urgencia volver a apreciar la grandeza del ser humano, por esto es tan importante encontrar, reconocer y valorar a estas personas que están haciendo la diferencia. Ellos están contribuyendo para que tengamos entornos más libres de toxicidad emocional y por ende, entornos más compasivos, empáticos y aptos para vivir en libertad y con paz en el alma. Las personas plastilinas son las que sientes cerca tuyo, las que te escuchan, con las que te puedes conectar, las que son capaces de sentir lo que sientes y entonces desde esa plataforma de igualdad se relacionan contigo.

Si cuentas con una persona plastilina en tu vida, valora ese regalo, aprécialo y reconócelo, pues no todos tienen la dicha de contar con personas que estén con ellos en las buenas, en las malas, que te digan la cosas como son y que logren entender lo que sientes, recuerda, la gente así está en peligro de extinción. Pero mi propuesta de hoy va más allá, no solo valóralas y aprécialas, ¿qué tal si contribuyes a esta lucha contra la extinción de gente linda, convirtiéndote en una de ellas? Si te propones ser parte de la solución, si deseas combatir la indiferencia en la que vivimos, si no solo quieres disfrutar a la gente linda que te rodea, sino que también quisieras ser de valor para los que están a tu alrededor, entonces ¡conviértete en un plastilina! No será fácil, para agregar valor a la vida de otros es necesario haber agregado primero valor a tu vida, pues nadie puede dar de aquello que no tiene. Invierte tu tiempo, invierte tus ganas, invierte tus talentos, tus habilidades y prepárate para aprender con una actitud humilde y amorosa todo lo que necesites para hacer la diferencia. Hay tanta gente sin esperanza en la vida, hay tantas personas deseosas de una luz que los guíe para encontrar nuevos horizontes, hay tanta gente que en estos momentos desea desesperadamente volver a sentirse amadas y con dignidad. Hay mucho por hacer, ¡conviértete en un plastilina!

Podrías estar preguntándote, ¿cómo puedo ser parte de la solución? ¿Cómo puedo ser todo eso para alguien más? Lo primero que necesitas saber es que ya eres una persona linda, ¡eres un plastilina en potencia!, todo lo que tienes que hacer es buscar dentro de ti para reencontrarte, reconocerte, revalorarte, es decir, volver a encontrartevolver a conocertevolver a valorarte. Lo que pasa es que conforme la vida y sus golpes nos van afectando se nos va olvidando todo lo que Dios ha puesto dentro de nosotros antes de nacer. Él nos quiere libres, sanos emocional, física y espiritualmente, quiere que mantengamos buenas relaciones unos con otros, que nos ayudemos unos a otros, que nos amemos y seamos bondadosos. Si todo eso es lo que Dios espera de ti es porque tienes la capacidad para poder hacerlo, así que ve con todo y conviértete en gente linda. No importa lo que otros hayan dicho de ti, no importa las etiquetas que otros te han puesto, lo importante es que sepas quien eres para Dios y todo el potencial que tienes, no solo para tu beneficio sino también para ponerlo al servicio otros. Una vez que te reconozcas y sepas tu valor, comienza a valorar y reconocer el valor de todos a tu alrededor, cuando seas capaz de verte en los ojos del que tienes frente a ti, entonces serás capaz también de ser cálido, asertivo y compasivo con él. 

No te creas que ser gente linda con otros es algo que haces porque eres el elegido. En realidad, cuando analizamos este tema, ser lindo con otros es algo que todos estamos llamados a hacer, es algo que haces por agradecimiento. En el marco de estos días de reflexión de Semana Santa, me gustaría que tomemos unos minutos para meditar sobre la pregunta, ¿por qué estamos llamados a ser parte de la solución para traer bienestar a los demás? En realidad el que primero hizo algo por nosotros, quien nos devolvió la dignidad, la libertad, la conexión, la esperanza y la vida, fue Jesús, con el más grande acto de amor que el mundo ha conocido. De Jesús podemos aprender cómo es la gente linda, Él aunque nunca dejó de ser Dios, también fue gente linda, gente con la que los demás querían estar, lo seguían y lo buscaban porque su sola presencia hacía mucho bien. Con Jesús podemos caminar para seguir sus pasos y observar cómo es que hizo sentir a tantos como si estuvieran en casa. ¿Qué hacía Jesús que nosotros hoy también podemos hacer? Lo primero que Él buscaba siempre fue conocer los deseos del corazón de Dios hacia la humanidad y lo segundo fue experimentar en carne propia lo que se siente ser un ser humano. Después de eso, cada acto de Jesús hacia los hombres y mujeres con los que se encontró, fue una manifestación del amor de Dios además de la empatía y el amor de otro ser humano. 

Pero entonces, ¿cuáles son las características de la gente linda? La gente linda tiene una conexión especial con los demás, ellos no juzgan, no hablan mal de otros, están atentos para escuchar. La gente linda sonríe con facilidad, aunque las cosas se pongan difíciles, nunca pierden la fe y por eso ven con optimismo todo lo que está por venir. La gente linda aprecia la vida, reconocen que estar vivos es un regalo y por eso aprecian cada pequeño detalle. La gente linda te trata con amabilidad, valora a las personas y saben que todos estamos expuestos a cometer errores, son comprensivos. La gente linda es genuina y sencilla, no pretenden ser quienes no son, son auténticos, viven de acuerdo a su identidad, a sus valores, no necesitan impresionar a nadie. La gente linda tiene amor propio, se cuidan, se valoran y se aman porque solo así pueden hacerlo luego con todos los demás. 

Atrévete a ser gente linda que sabe cuidar a otra gente, ¡conviértete en un plastilina!

Por Kenia Salas

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