autoconocimiento, motivaciones

Realidades no son verdades

Tener buenas relaciones con los demás es todo un arte, no es algo que se logra de la noche a la mañana. Es una habilidad que se aprende y desarrolla con paciencia, constancia y determinación. Quiero compartirte hoy algo de lo que yo he aprendido en el largo y algunas veces doloroso camino del arte de las relaciones. Para que no te cueste tanto, para ahorrarte algunos golpes y para que puedas deshacerte más rápido de relaciones tóxicas que te marchitan y disfrutar las que te hacen florecer. Llevarte bien con los demás es algo que empieza desde adentro, no puedes llevarte bien con otros si no te llevas bien primero contigo mismo, no puedes ser amable o comprensivo con otros si no puedes serlo contigo. Para llevarte bien con los demás necesitas ampliar la perspectiva. No puedes tener buenas relaciones si tu foco de observación es tan pequeño que no te permite ver el panorama completo. En esa búsqueda de llevarme bien conmigo, me encontré de frente con preguntas que quizás en ese momento no entendí, pero que hoy las encuentro muy valiosas porque me ampliaron la perspectiva.

Cambia de foco, ¿conoces la diferencia entre la realidad y la verdad? Si logras responderte con franqueza esta pregunta, que yo misma me hice en algún momento de la vida, te aseguro que tendrás mayor claridad para entender cómo son tus relaciones con los demás. La gente ve lo que puede ver con los ojos y a eso se le llama realidad, desde esa realidad, premia, admira, juzga, condena y hasta mata con sus palabras a los demás. Pero, ¿sabías que lo que se ve a simple vista no necesariamente es la verdad? Lo que otros pueden ver de ti, lo que conocen y saben de tu realidad, es lo que ellos quieren ver, o lo que has querido o podido mostrarles. Sin embargo, sabemos que detrás de esas realidades hay una profundidad de verdades que no todos son capaces de descubrir. Es imposible crear fuertes y sinceros lazos de conexión con otras personas si las relaciones están basadas en realidades parciales y algunas veces hasta en mentiras. Tenemos un grave problema, no solo en lo individual, sino también como sociedad, porque en algún momento, reemplazamos la verdad por la realidad y esto nos está pasando una horrible factura que todos estamos pagando, pues nos está dejando relaciones poco profundas, inestables, de soledad, de incomprensión, de deslealtad, de desconexión. Con una lista así, no debería extrañarnos por qué cada día hay más personas en el mundo, víctimas de enfermedades emocionales y mentales.

Los antiguos griegos creían que la realidad era como un velo superficial que oculta de la vista a la verdad, que usualmente está en niveles más profundos, es decir, que la realidad es lo que podemos ver, pero quizás lo que no se ve, por lo menos a simple vista, es lo que nos conduce a la verdad. Para los antiguos hebreos la verdad tenía un valor incalculable, pues todas sus creencias se basan en el concepto de verdad. Para ellos la verdad es en lo que se puede confiar, lo que es firme y estable. La verdad de un hecho es solo una, mientras que pueden haber dos o más realidades del mismo hecho, dependiendo de cuántas personas lo miren. Asociado con el concepto de verdad, está también el concepto del tiempo. No hay verdad si no puede ser analizada en el tiempo, porque la verdad no se basa solo en el presente, pues muchas de las cosas que vemos ahora surgen como consecuencia del pasado, así es que algo que hoy podemos ver como una realidad desfavorable, puede ser simplemente una consecuencia de acciones del pasado. Entonces, podemos decir que la realidad es más bien un poco miope, no tiene buena vista, se basa en un momento específico y depende de la perspectiva del observador, mientras que la verdad logra capturar un panorama completo no solo en el espacio sino también en el tiempo, sus hechos pueden ser comprobados.

Tenemos que hablar con claridad, hay muchas personas que no quieren hacerse responsables de sus actos. No todo lo que una persona dice es verdad, esto debemos tenerlo muy claro, porque si no lo hacemos seremos presa fácil de la injusticia. Creeremos las mentiras o verdades a medias que otros dicen desde sus realidades distorsionadas, y terminaremos dañando relaciones con personas queridas solo por suponer que las realidades manipuladas de otros son verdad. Mi abuelita decía: la lengua no tiene hueso pero corta muy grueso”, ¡qué verdad se encierra en esta frase! Hay gente que dice cosas para quedar bien ellos, para arrastrar a otros en sus mentiras, sin importar el daño que le pueden hacer a los demás. Nos hemos convertido en una sociedad compuesta cada vez más por individuos egoístas y cobardes. Egoístas porque solo piensan en su bienestar y pasan por encima de los demás sin importar cuánto tengan que mentir, manipular y dañar, con tal de recibir beneficios o atenciones que no se merecen, porque en su pequeña cabeza de lobos solitarios y depredadores, todos deben estar a sus pies. Cobardes porque no asumen las consecuencias de sus actos, por eso engañan para salvarse de la cosecha de frutos de la mala semilla que sembraron por años. Se les olvida que no hay en la naturaleza quien haya podido salvarse de la ley de la siembra y la cosecha. Si siembras naranjas, no podrás recoger sandías, es así de fácil. 

En estos días tuve que vivir en carne propia la injusticia de realidades tomadas como verdades, y uno se pregunta en medio de tanta tristeza e indignación, ¿cómo puede ser posible que a los otros no se les ocurra que cada realidad tiene al menos dos caras?, ¿cómo es posible que nadie se tome la molestia de escuchar la otra versión? Eso se llama manipulación y es muy peligrosa. Está en todas partes, en las relaciones entre amigos, en la familia, en relaciones de pareja y hasta en relaciones con figuras de autoridad. La manipulación tiene un objetivo claro, controlar. Cuando las relaciones se basan en control, no son saludables, ni tampoco producen bienestar. ¿Quieres saber qué tan saludables, estables y confiables son tus relaciones? Hazte esta pregunta, ¿tus relaciones se basan en el control? Puede ser que el que controles seas tú o que más bien seas el controlado, pero en cualquiera de los casos, esto es una señal de alerta de que la relación está enferma, ¡hay que hacer algo! Te doy una pista más, los controladores de personas distorsionan realidades, lo hacen para que el otro sienta lástima de ellos, de su difícil situación y así logran tenerte bajo su control. Nunca podrás tener relaciones saludables y estables, si manipulas realidades para que los demás estén de tu lado, ni tampoco si eres la víctima que cayó en las garras del manipulador, que creyéndole sus mentiras te hace pensar que tu obligación es salvarlo. La persona que manipula desde la realidad, solo cuenta una parte de la historia, pero nunca la versión completa, que es allí donde se encuentra la verdad. El manipulador desea controlar a los demás, sus emociones, y sus acciones, por eso toma el papel de víctima para lograr que los otros piensen, digan y hagan lo que él quiere.

Viniste a ser feliz, así que no tienes que perder el tiempo sacrificándote en relaciones que te maltratan. No te conformes con relaciones que te restan, las que te marchitan y no te permiten ser tú. Aléjate de ellas cuanto antes porque tarde o temprano acabarán contigo. Busca y cultiva las relaciones de personas que te valoran, las que te apoyan y te hacen florecer. Cambia el foco de la realidad por el de la verdad. Escucha, observa y analiza en la profundidad de lo que no se ve. Allí encontrarás la verdad y entonces sí, construye relaciones estables y confiables que perduren en el tiempo. Abre tu perspectiva, amplía tu visión, allí podrás encontrar la verdad.

¡Nunca cambies la verdad que no ves, por la una realidad que se ve!

Por Kenia Salas

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