significado, simplicidad

Quieta desesperación

Los ves y no los ves, los ves y no te enteras. Te ven y no te ven, te ven y los que están contigo ni siquiera se imaginan. Esta es la realidad de muchos a tu alrededor o incluso podría ser la tuya. Todos los días más personas viven como si no vivieran, existen como si no existieran y nosotros nos hacemos de la vista gorda hacia ellos o si estamos en el otro extremo, nos volvemos invisibles para otros. ¿Sabías que hay millones de personas en el mundo que cada día se levantan luchando contra la desesperanza o la tristeza? Hasta hace poco este tema había sidoun tema tabú. La gente, las organizaciones e instituciones preferían no hablar de él e ignorarlo, pero ya no se puede ocultar el sol con un dedo, la depresión y otros tipos de enfermedades mentales le están ganando la batalla a miles de personas alrededor del mundo. Yo creo que es tiempo de hablar, de abrir los canales de comunicación, desarrollar herramientas internas que nos fortalezcan ante las adversidades, ser más empáticos, compasivos y comprensivos con nosotros y con los otros, para buscar y brindarnos toda la ayuda que tengamos a nuestro alcance. 

Una quieta desesperación es lo que muchos viven todos los días, se levantan, hacen lo que deben hacer, aunque algunos, con mucha dificultad pues la apatía y el sin sabor a vida, poco a poco les ha ido drenando sus fuerzas. Aquí no se trata de señalar a nadie, no es un espacio para juzgar, porque es increíble como es de rápida la gente para dar opiniones que nadie le pidió y hacer sentir culpable a aquellos que tienen luchas que ellos mismos no serían capaces de pelear. Al principio es solo un poquito de cansancio o quizás una pequeña decepción, puede ser que haya algún detonante que nos hace sentir que algo no anda bien, no importa cómo llega la depresión a tu vida, poco a poco sin que nadie se de cuenta los pensamientos de desánimo te va robando la alegría de vivir. Aquellos que han tenido que enfrentar este desgano, buscan desesperadamente aquietar la guerra que se libra en su interior, pero no muchos logran interpretar lo que a gritos pero en silencio nuestro yo interno tratan de decir. Lo se porque yo misma lo viví, lo se porque en carne propia experimenté una tristeza que nadie me pudo explicar.

Somos tan maravillosamente complejos que es imposible hablar de bienestar sino lo analizamos de manera integral. Somos espíritu, alma y cuerpo, y cada uno de estas áreas necesita ser cuidada y alimentada bien y diligentemente para estar sanos. Cuidar nuestra mente y emociones es tan importante como cuidar nuestro espíritu y nuestro cuerpo. Decidir cómo alimentamos cada una de estas áreas y qué disciplinas estamos practicando para acercarnos a la vida que queremos, es fundamental. Nuestra mente se alimenta de pensamientos, por eso cuidar y tener control de lo que pensamos es un buen ejercicio para la mente, sin embargo, no olvidemos que también en nuestra mente ocurren una serie de procesos químicos que dependen de hormonas que produce nuestro cuerpo. Algunas veces, por diferentes razones experimentamos algún desequilibrio en la producción de esas sustancias que envían señales de bienestar a nuestro cerebro, desencadenando esto en alguna crisis de esas que no podemos explicar. Otras veces, la causa de nuestra tristeza puede ser producto de situaciones externas que no podemos controlar, como alguna pérdida o traición. Estos son solo algunos ejemplos de lo que puede estar ocurriendo en la mente de una persona deprimida o en tu mente si es que te has estado sintiendo mal.

Hace unos años descubrí y entendí que algunas veces la tristeza y depresión llega a nosotros porque sentimos que no estamos haciendo lo que nos hace palpitar el corazón, lo que llena de significado nuestra vida. A eso le llamo sentido de propósito. Las ocupaciones diarias, las responsabilidades del día a día y las obligaciones, nos van envolviendo en una vorágine de la cual muchas veces es difícil salir. No saber para qué estás en la tierra, no entender cuál es tu misión mientras caminas por aquí, podría ser otro factor que te lleve a sentir que tu vida no tiene sentido. Todos tenemos habilidades y talentos maravillosos dados por Dios para entregarlos al mundo a través del servicio a otros, pero si no lo estamos haciendo es como tratar de mantener feliz a un pez fuera del agua. Descubrir nuestro propósito es un acto espiritual de total trascendencia para nuestra existencia, está íntimamente relacionado con nuestra identidad, con quién soy y para qué estoy aquí. Preguntas muy difíciles de responder si no estás atento al diseño que el Creador pensó para ti. Cada uno de nosotros será feliz cuando se sienta en su charco, cuando nos sintamos útiles y aportando para que otros vivan mejor. Así es, somos un entramado en el cual estamos relacionados unos con otros y nos necesitamos unos a otros. ¡No te aísles!

La problemática de las enfermedades mentales es compleja y es algo a lo que debemos ponerle atención. Algunas de estas enfermedades llevan a las personas a tener pensamientos suicidas y algunas de ellas terminan quitándose la vida. Nadie quiere hablar del suicidio, pero es un enemigo que se está llevando de este mundo a una persona cada 40 segundos. Por supuesto que no avalo los medios de comunicación que nos han restregado en los ojos escenas tan tristes y perturbadoras por puro amarillismo. Sin embargo, sí tenemos que hablar, sí tenemos que informarnos y sí debemos quitar el estigma que la sociedad ha colocado sobre la gente que sufre algún tipo de enfermedad mental como la depresión o a los que se encuentran en un bache que les está costando superar. Nadie está exento, todos somos tan vulnerables como el más vulnerable y por esto es tan importante la compasión y la empatía. Seamos más observadores, pongamos atención a los cambios de comportamiento de las personas cercanas a nosotros, según los expertos en este tema, cuando una persona tiene la idea de acabar con su vida, siempre da alguna señal de alerta. Cuidemos nuestras emociones, preguntémonos porqué nos sentimos como nos sentimos. Si percibimos que algo no está bien con nosotros, ¡pidamos ayuda!

Esta es la razón de Fuera del cajón. Fuera del cajón surgió de un deseo genuino y sincero de compartir con ustedes pedacitos de mi vida que he debido enfrentar y superar a pesar del miedo, del dolor o del rechazo, para motivarlos a seguir adelante en esta cotidianidad a la que todos debemos hacerle frente aunque no sepamos cómo. Una manera de irle ganando la batalla a la desesperanza es no darle tanta importancia a las malas noticias, tratar de ver lo bueno de todo y en todo y ser selectivo con nuestros pensamientos. Eso es lo que trato de transmitir todos los días desde las redes sociales, para que juntos seamos parte de un movimiento que lleve esperanza a todos los que les está costando levantarse de la cama cada mañana. Mi deseo más profundo es que hagamos que los pensamientos de vida y esperanza se vuelvan virales, que contagiemos a muchos con un “sí se puede”, con un “fuiste creado para grandes cosas”, o un “de esta vas a salir”. Démosle un golpe al suicidio, prevengámoslo informándonos y amando nuestra vida y la vida de los demás. Necesitamos volver a los cuidados de pertenecer a una tribu, a una comunidad donde nos sentimos valorados y amados, necesitamos sentir que otros se preocupan por nosotros y estar allí para otros. Dejemos la indiferencia a un lado y hagamos lo que esté a nuestro alcance. 

¿Estás pasando por tiempos de depresión o angustia? No estás solo, hay millones de personas alrededor del mundo pasando por situaciones similares a la tuya, pero no te aísles, busca ayuda, aunque ahora no lo veas, siempre hay esperanza. Combate este enemigo de manera integral, nutre tu espíritu, tu alma y tu cuerpo. Pídele a alguien cercano que te acompañe al doctor, sigue las instrucciones de tu médico, tente paciencia, rodéate de personas que agreguen valor y alegría a tu vida, se selectivo con tus pensamientos, ocúpate de ti, busca entender cuál es tu propósito en esta tierra y ¡vívelo!

Hoy estoy aquí, hoy estamos aquí, así que vivamos con ganas cueste lo que cueste. ¡Estoy segura que juntos sí podemos!

Por Kenia Salas

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