autoconocimiento, motivaciones

Sólo tú sabes la música que te suena adentro

Vemos tanta gente cada día, nos encontramos de frente con sus caras, nos relacionamos, asistimos y cumplimos con nuestras responsabilidades y seguimos siendo funcionales, pero, ¿realmente dejamos que otros vean lo que de verdad llevamos dentro? Vivimos en un mundo donde muchas veces las apariencias son más importantes que nuestro bienestar. La imagen que los demás tengan de nosotros es sobrevalorada pasando por encima incluso de nosotros mismos. Es así como de repente nos encontramos vacíos, desatendidos y auto engañados y, cuando nos damos cuenta estamos partidos en dos, una parte, la visible, la que mostramos a los de afuera y la otra, la que forma parte del lado oscuro de nuestro corazón. Sí, es que todos tenemos un lado un poco más triste, oscuro o por lo menos un pedacito de corazón más nubladito que el otro lado. En ese compartimento oscuro del corazón guardamos nuestras tristezas, los fracasos, las decepciones y hasta las esperanzas que ya creemos perdidas, y es normal, a todos nos pasa, todos tenemos esa gaveta en la que guardamos nuestros dolores.

El problema no es tener ese compartimento secreto, el verdadero problema está en no darle mantenimiento. Porque sí, todo en esta vida requiere de cuidados especiales para que siga funcionando por mucho más tiempo sin dificultades y nuestro corazón no es la excepción. Si no sacamos oportunamente lo que nos molesta, lo que nos entristece, ese compartimento secreto se convierte en una bomba de tiempo y entonces es ahí cuando vienen los ataques de pánico, la tristeza profunda, el enojo, la amargura, la depresión, la ansiedad, y muchas otras cosas. ¿Te suenan familiares algunas de estas cosas de la lista? A mí sí, por mucho tiempo descuidé mi corazón porque ingenuamente creía que si no le ponía mucha atención a lo que me dolía, entonces desaparecería, pero sabes qué, eso no ocurre, si no le prestas atención a tus malestares del corazón, el dolor se volverá crónico. Por algún tiempo pude seguir como si nada, por lo menos para los de afuera, aunque yo sabía muy bien la música que llevaba dentro, pero es imposible que aparentar estar bien se mantenga por mucho tiempo. 

Darle mantenimiento al corazón es parar para ponerte atención, para descubrir quién eres y qué es lo que quieres en un acto voluntario y amoroso contigo mismo. Es que, si no haces el alto para atenderte, buscar ayuda, perdonar y perdonarte, difícilmente podrás llegar lejos, eso es como pretender continuar un viaje de larga distancia en tu carro con el tanque de gasolina vacío. Atenderte es soltar, es estar en paz contigo y tus circunstancias, es aceptar lo que fue y lo que no pudo ser. Es darte un tiempo para asimilar eso que te sacudió el piso y te dejó tendido sin aliento, pero también es reencontrarte con tu nuevo yo, ese en el que te convertiste una vez que te levantaste y pusiste en práctica lo aprendido. Atenderte es volver a apasionarte por aquello que te encanta, es aceptar todo eso que engavetaste, ordenarlo, limpiarlo, perdonarlo, sanarlo y seguir a delante. Atenderte es ser uno, de una sola pieza, auténtico, el mismo afuera que adentro. Solo así no tendrás ese sentimiento de estarte traicionando, de estarte auto engañando, porque cuando abres esa gaveta secreta y la ventilas para ordenarla te darás cuenta que no hay nada que ocultar y mucho menos de que avergonzarte. 

Todos sabemos la música que nos suena adentro, pero sabes qué, en los últimos años descubrí que por más triste que suene nuestra música interna, si nos damos la oportunidad de sanar y de que Dios nos acompañe en ese proceso, esa música triste poco a poco se convertirá en una más alegre y entonces disfrutaremos el mismo concierto afuera que adentro. 

La vida es hermosa a pesar de lo que sea, pero, sólo tú decides cómo quieres vivirla. Puedes vivir llorando, pero yo te aconsejo que trabajes para que tu música interna sea la más linda y entonces, ¡la vivas bailando!

Por Kenia Salas

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