Cada año espero con entusiasmo que llegue el mes de mayo. No se si a todos les pasa igual que a mí, pero tengo meses favoritos en el año y mayo es uno de esos, la razón: es el mes en el que llegué a este mundo. Mayo es un mes en el todo lo veo más bonito. Aquí en Costa Rica, en mayo comienzan las lluvias de nuevo y después de largos meses de calor que han secado todo alrededor, mayo nos recibe literalmente con agua fresca que cae del cielo y que hace que todo vuelva a nacer y florecer. Y cuando pensábamos que en el jardín muchas plantas habían muerto de calor, en mayo algo asombroso comienza a suceder y de repente todo se vuelva tan verde y lleno de colores. Y ni qué decir de los pajaritos que no paran de cantar, es como si en mayo ellos abrieran su temporada de conciertos para alegrarnos y deleitarnos cada uno con su melodía singular. Y como si fuera poco, la semana pasada estuve de cumpleaños, ¡cómo no se va a poner uno feliz en mayo!
Mayo para mi son muchas cosas, muchas emociones juntas y sentimientos encontrados. Cuando estaba pequeña y la vida era mucho más simple, mayo era todo alegría, pero con los años, mayo fue tornándose cada vez más interesante, con unas mezclas muy particulares que la verdad me han hecho llorar. En mayo es uno de los meses que más lágrimas he coleccionado, muchas de alegría y también bastantes de tristeza y dolor. Fue en el mes de mayo que recibí con el corazón explotado de alegría a mi primer hijo. Algunos años más tarde, mayo nos sorprendería anunciándonos que otro bebé venía de camino, sin embargo, y porque a la vida le encanta darnos esos giros inesperados, fue también un mes de mayo en el que tuvimos que despedir de este mundo a otro de nuestros hijos. Y así he ido sumando mayos en mi historia, algunos extremadamente emocionantes y repletos de vida y otros los he vivido en esas pausas silenciosas que indiscutiblemente me han llevado a la reflexión de lo frágil que resultamos ser cuando estamos vivos.
Gracias a Dios, nada, nada ha podido opacar la luz, el calorcito y el brillo que me regala el mes de mayo cada año, sin importar las circunstancias por las que esté atravesando. Mayo siempre ha sido y seguirá siendo una buena excusa para hacer un alto y dar gracias. Gracias a Dios por el regalo de la vida, gracias por estar aquí una vuelta más en este baile que a veces es tan extraño, pero sin duda siempre muy entretenido. Gracias a Dios por su protección y por librarme de tantas cosas no muy buenas y por los maravillosos regalos de todos los días. Gracias a mi familia incondicional, a mi esposo y mi hijo que siempre logran sacarme una sonrisa, gracias por sus cuidados y chineos de todos los días. Mayo es un mes en el que me gusta hacer el recuento de lo vivido para despertarme por si la costumbre o la rutina de todos los días me han adormecido. Y este mayo, más que nunca disfruto y siento el hecho de estar viva, después de que en agosto del año pasado una bacteria amenazó seriamente con quitarme la vida.
Tantas cosas pasan en un año, tantos eventos y sentimientos, unos lindos, otros feos, unos alegres y otros tristes, que si los vemos por separado seguramente no le encontraremos ningún sentido. Pero si los observamos como son, como parte del entramado increíble de la vida, entonces descubriremos que cada pedacito de alegría o de tristeza que nos ha tocado vivir es parte de una magnífica y única obra de arte que es nuestra vida. Así, en estado de gratitud y reflexión es que me encuentro hoy, y es que no quería que se me pasara mayo sin escribir de cómo me he sentido. Disfruté mi cumpleaños como nunca, un cumpleaños diferente, en la casa, solitos Esteban, Ignacio y yo, hablando, cantando y escuchando esos conciertos increíbles de los pajaritos que viven en esta temporada en el jardín. Y disfrutando del verde y de poder ver de nuevo todo florecer, como un recordatorio de que, en la vida, aunque hay cosas que parecen muertas, en realidad no lo están, solo necesitan la estación correcta y un poquito de agua de esa que cae del cielo para que se llenen de nuevo de vida y así darnos otra vez muchas alegrías.
Así de linda es la vida, así con todo y en todo quiero celebrar este y todos los años que me quedan por estar aquí y que me siga sorprendiendo mayo, porque la sorpresa indudablemente es parte del juego de la vida.
¡Gracias por todo!
Por Kenia Salas